"Al abrir la puerta, el cliente me agarró los pechos": camareras de piso, presas de violadores y agresores sexuales

Imaginemos un hotel promedio en Francia. Arriba, una criada camina por el pasillo con sábanas y toallas limpias en la mano. Se detiene delante de una de las puertas, llama tres veces, espera un poco. Silencio. Ella abre la puerta. Ante sus ojos, un hombre abre su bata. Casi todos estos empleados tienen historias de este tipo que contar, a veces con algunas variaciones (escenas de masturbación, comentarios degradantes e incluso agresiones).
Una cifra ilustra la magnitud del fenómeno: durante su carrera en el sector hotelero, uno de cada dos empleados corre el riesgo de ser recibido en su habitación por un huésped desnudo. Así lo demuestra una investigación realizada en la Universidad de Grenoble-Alpes (Isère) por Maud Descamps, formadora especializada en prevención de violencias sexistas y sexuales (VSJ) en el sector hotelero.
Aunque los datos oficiales siguen siendo escasos, los testimonios recogidos por sindicatos y asociaciones de apoyo a las víctimas, como la Asociación Contra la Violencia hacia las Mujeres en el Trabajo (AVFT), dejan clara una cosa: la violencia machista y sexual ha acabado siendo interiorizada por las víctimas como un riesgo profesional, como lo sería una caída para un trabajador de la construcción. La diferencia notable es que este normalmente tiene un arnés de seguridad para evitar descargas eléctricas.
Catorce años después del caso Sofitel de Nueva York –donde el arresto de Dominique Strauss-Kahn, entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), por agredir sexualmente a una camarera demostró dramáticamente la increíble impunidad de la que los agresores creen disfrutar en estos entornos silenciosos–, las vidas siguen destrozándose...
L'Humanité